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Marcela Elgueta

 

Una lectura a mis recuerdos

Mi nombre es Marcela, tengo 23 años, vivo en La Consulta, mi familia está compuesta por mamá, papá y dos hermanos Javier y Analia quienes son mayores que yo y hoy ellos ya han formado su familia.

Un día leí en un libro que todos tenemos nuestro libro de la vida, en el que decía: “Toma el libro de tu vida y repásalo durante unos minutos. Tal vez encuentres capítulos o páginas que te gustaría besar, algunas escenas te harán llorar, y al abrir alguna página amarilla o reciente, te entrarán ganas de arrancarla. Se ve negra con salpicaduras de tinta. Pero ¡Lo escrito, amigo, escrito está!

Hoy me pongo a repasar, a recordar lo que dice ese libro, “mi libro”, ¡Cuántos recuerdos que hay!

Que alegría que tenía el día que empecé primer grado, tenía mi mochila con cuadernos, lápices, colores y con muchas ganas de conocer a mis compañeritos y por supuesto a mi señorita. ¡Que emoción iba a dar mis primeros pasos en la lectura y la escritura!

Que lindos recuerdos tengo de la primaria, fui a la escuela Adolfo Tula. Me acuerdo de los actos que hacían los maestros y participábamos todos los alumnos, o cuando íbamos del coro a participar a otras escuelas.

La esuela quedaba (y queda) a cuatro cuadras de mi casa íbamos y volvíamos caminando, eso si la vuelta era mucho mas larga nos parecía que eran mas cuadras, veníamos con Marcela quien hoy es una de mis mejores amigas, con mucha paciencia y muy despacio, ¡es que las mochilas pesaban más!

Recuerdo a mis docentes de la primaria quienes fueron aportando sus conocimientos en mis aprendizajes para que yo pudiera lograr las metas que me proponía, y gracias a muchas de ellas hoy estoy acá. Las clases eran divertidas en donde cada una tenía una manera de enseñar distinta a la otra y lo hacían a través de juegos, trabajos en grupo, investigaciones, diálogos etcétera, pero todas tenían un solo objetivo que era el de enseñar y que cada uno fuera creciendo.


No me puedo olvidar de las tardes en donde jugábamos con mis vecinos, eso si primero había que hacer las tareas y después todo el tiempo para jugar, me acuerdo que eran mas varones que mujeres pero eso no era ningún impedimento para divertirnos, tampoco puedo dejar de lado cuando en las vacaciones de verano nos reuníamos todos los chicos de la cuadra y organizábamos la fiesta de carnaval la única condición era ir disfrazado y con muchas ganas de divertirse, o la fiesta del día del niño que la organizaban nuestros papas.

Tampoco puedo dejar en el tintero cuando nos juntábamos todos los primos porque por suerte somos una familia muy numerosa, que bien la pasábamos todos juntos y que líos que hacíamos.

Todo lo que aprendí y lo que viví de niña hoy se lo tengo que agradecer a mis papas quienes me educaron de una manera muy linda y especial que es a través del diálogo. Para ellos siempre fue muy importante compartir en familia todo lo que nos pasaba y los que nos pasa y que viviéramos cada momento despacio y como único.

La vida nos puso varios obstáculos y aprendimos que juntos los cinco lo podíamos superar, y eso es uno de los mejores recuerdos que tengo en donde me enseñaron desde chica que sin lujos se puede ser feliz.

Yo termino la lectura de mi libro acá pude ser que me hayan salteado muchas hojas, pero también me quedan muchas hojas por escribir porque cada uno de nosotros somos arquitectos y novelistas de nuestras vidas.

Marcela Elgueta

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